Un libro escrito por Juan Andrés Medina Landa

"Cuando se nos hace imposible conseguir algo, ocurren cosas que cambian el rumbo de la situación..."

jueves, 16 de agosto de 2012

Capítulo 4:Tristeza y venganza en un solo individuo


Los pájaros habían comenzado un silencio indefinido, incluso, los animales que estaban  por la zona, habían dado su espalda a lo que estaba ocurriendo, ahora se alejaban entre los árboles. El suelo, por su lado, estaba impregnado por energías negativas, las positivas habían muerto.

A pesar de los árboles frondosos y llenos de vida, también había unos consumidos en gran medida por el fuego. El cuerpo de Vlad estaba allí, tirado en el suelo, inmóvil. Hace pocos minutos que su corazón había dejado de latir. Por más que puso esfuerzos, de nada le sirvieron. Claramente, Volker era mucho más superior que Él. Volker estaba a su lado, riendo por su victoria en una batalla más.

Se acababa de quitar a otro intruso de su camino. Desde que salió de La Congregación  estaba acompañado por este sujeto, quien ahora estaba muerto. Ahora Volker estaba solo, libre de hacer los próximos movimientos a su manera, siempre y cuando guiado por su superior Borka.

Estúpido  Vlad,  ¿tan  solo  le  pasó  por  la  cabeza  la  idea  de derrotarme?  Aun  si  hubiese  sido  realmente  Amy,  él  no  hubiese tenido oportunidad contra ella.

En fin, debo desaparecerlo. O mejor aun, podría abandonarlo en el vacío al igual que hice con Amy. Sí, no es mala idea. Así podría tener muchos disfraces en mi repertorio.

Vacium. Dijo el malvado hombre poniendo su mano en el abdomen del recién fallecido.

El cuerpo de Vlad había despegado de la realidad de Harley, ahora se encontraba en un lugar negro, vacío, en el mismo donde estaba Amy. Si el asesino de ambos deseara, en algún momento, transformarse en cualquiera de ellos dos lo podía hacer.

Bueno, ahora iré a casa de Borka, a nuestra guarida.

El esposo de Malin y padre de Piper había llegado a un pueblo ubicado a una  hora  de  Harley. Se  encontraba  allí  con  el  fin  de  conseguir  a  una persona que le funcionaria de compañero en la misión de La Congregación.

Él sabía que era de extrema importancia el conseguir a Amy, ella, o así creían ellos, tenía ese pergamino. De allí a conseguir el amuleto rojo solo había un paso. Claro que por supuesto, para poder entrar a aquella bóveda debía  luchar  con  centinelas,  quienes  eran  un  tanto  difíciles  de  vencer. Ahora bien, no tenía que pensar en la bóveda, sino más bien en conseguir a la mujer.

La entrada al pueblo estaba conformada por un puente, el cual conectaba a esa parte del distrito con el resto. No era posible ver un solo edificio por la zona.  Las  casas  que  allí  se  construían  eran  hechas  por  las  mismas personas que las habitaban. Desde hace años el gobierno había decidido dar muerte a ese pueblo, por lo que sus miembros decidieron encargarse personalmente de la situación. La policía también los había  abandonado, ellos hacían y ponían en práctica sus propias leyes, sus propias normas y maneras de vivir allí.

La mayoría de las casas estaban construidas a base de ladrillos, cubiertos por cemento y luego la pintura que le quisieran colocar. Por dicho motivo, resultaba ser un pueblo bastante colorido.

El nombre de aquel lugar era “Puedado”. Tal nombre hacia referencia a la frase “pueblo olvidado”, de la cual tomaron ciertas palabras y la conformaron en una, dando origen a su nombre: Puedado.

No era un territorio muy grande, en poco tiempo se le podía dar una vuelta completa. Debido a su pequeño tamaño era costumbre que todo el mundo se conociera, sin embargo, este tipo de cosas tiene su lado negativo: los chismes solían correr a la velocidad del sonido, por lo que muchas de los habitantes apostaban sus vidas por  evitar  que caminaran ciertos cuentos por las calles de Puedado

Finch llegó a una calle en especial, cuyo nombre aparecía en un cartel oxidado y  olvidado por el tiempo “calle 8-9”. Finch caminó unas cuantas casas hasta llegar a la única de color negro, se plantó ante la puerta y se orientó con su dedo meñique para hacer sonar el timbre del hogar.

¿quién es?- se escuchó una voz de hombre hacia el interior de la casa.

¿Es usted el señor Malon?- preguntó calmadamente el jefe de La Congregación.

Sí. ¿Qué desea? – preguntó el hombre después de unos cuantos segundos de silencio.

Soy Finch, Malon, ¿me recuerdas?

No quiero nada de ustedes. Demonio. Dijo Malon con un grito.

Malon abre la puerta solo un segundo.

Malon se dispuso a abrirla. En lo que la tenía unos cuantos grados despegada del marco de la puerta, vio la cara de Finch. Intentó cerrar la puerta enseguida, pero algo lo detenía.

Los ojos de Finch estaban en blanco. Se encontraba entregado completamente al control de la puerta, que impedía que esta se moviera.

Finch para tu don de controlar objetos con la mente por favor. Desde hace tiempo  no  voy  con  sus  ideales.  Sabes  que  desde  el  mismo  día  que abandoné la congregación más nunca practiqué sus… af…

Vamos amigo, no tuvimos nada que ver entre el problema tuyo con tu ex esposa Amy. Lo que ocurrió entre ustedes no nos importa. Eras bueno en lo que hacías. Ahora te necesitamos.

¿Entonces andan reclutando Finch?  ¿Mandando a la mismísima muerte a personas nobles?

Malon,  las  personas  que  hemos  reclutado  nunca  sabían  lo  que  tenían dentro de ellos. Tú mismo nunca lo supiste hasta que nuestra generación anterior nos consiguió a ambos. Eres muy importante en esta oportunidad.

No quiero escuchar más nada viejo compañero.

Finch paró su psiquis. La puerta se cerró de un golpe.

Malon, se trata de Amy… nuestra misión es conseguirla amigo… ella robó uno de los pergaminos.

La puerta se volvió a abrir, esta vez completamente. Al abrirla, el umbral de la puerta dio entrada a la figura de un hombre alto, de cabello rapado, piel blanca y de cuerpo musculoso. Enseguida hizo pasar a su camarada.

¿Qué fue lo que hizo?- preguntó Malon con tono curioso.

Ella robó el pergamino rojo. Eso solo puede significar una cosa, y es que desea obtener el amuleto rojo.

…o lo desea otra persona ¿no crees? - Preguntó Malon.

¿Qué quieres decir? Que está trabajando para los Nox o para los Tolls, ¿eso insinúas?

No insinúo nada Finch. Si lo robó, no debe ser para ella. Amy tenía muchas habilidades, pero jamás las necesarias como para robarlo ella sola. Además los Tolls y los Nox  siempre han sido rivales, solo nosotros los pudimos
neutralizar la última vez.

Podrías ayudarnos Malon. No solo es cuestión de La Congregación, ahora también te entromete a ti, a tu ex esposa. Con la que duraste quince años
de matrimonio.

Fue así amigo, pero todo se acabó. Ella lo quiso así. De ninguna manera se puede romper el equilibrio. De pasar eso… no quiero imaginar lo negativo que eso traerá.

Bien  Malon.  Arregla  tus  cosas  que  nos  marchamos.  Debemos  seguir averiguando más, antes de meternos de lleno en todo esto.

**

El hombre ya estaba bajo el agua, había hecho los mismos pasos que Medwin: levantó el brazo, abrió la mano completamente, el agua a su alrededor comenzó a evaporarse, aun cuando  estaba sumergido bajo el agua salada, y enseguida la puerta se abrió. Tenía tiempo que no  pasaba por aquellos lares, pero eso no evitaba que supiera por cuál de los conductos debía pasar.

Giró la manilla de la puerta e ingresó a aquel lugar. Todo estaba como Él lo recordaba: las antorchas, el camino de piedras, el agua a ambos lados del mismo camino y al fondo de todo un trono que aun no podía divisar.

Lo que había visto Eldon cuando estuvo allí por primera vez, no resultó ser una alucinación  por  el  miedo  que  tenía.  Efectivamente,  Volker  también  pudo  ver aquellas aletas extrañas que sobresalían de vez en cuando sobre el agua de mar.

Volker comenzó a caminar de manera precavida, a pesar de las antorchas todo resultaba  oscuro. De pronto, un sonido en el techo del lugar. Volker, con las manos aun llenas de sangre por sus actos anteriores, proclamó luz. Aquella esfera roja de su encuentro con Amy, volvió a aparecer. En pocos segundos hizo que la esfera roja volviera a incrementar su tamaño.

El sonido seguía en el techo. Sabía claramente que eran pasos de alguien o algo. De la superficie caían trozos de piedra de vez en cuando. Volker no esperó más, él no sabía si era Borka o  Medwin, puesto que tenía mucho tiempo que no pasaba por allá. De pronto y de manera  inesperada,  Volker arrojó la esfera hacia la superficie de la recámara y lo que se vieron  iluminados resultaron ser dos ojos rojos inmensos. Volker dio varios pasos hacia atrás, enseguida pudo observar la imagen oscura de un gran dragón.

El animal mítico descendió de un solo salto hasta el suelo, donde vio directamente a los ojos del hombre algo asustado. El dragón era gigante, la piel verde oscura que lo cubría parecía ser de la misma calidad y resistencia que la de un cocodrilo, tenía una cola larga con una punta al final de la misma. La cabeza de por sí, daba mucho que decir, lo primero que resaltaba de la misma eran los dos grandes ojos, en segundo lugar sus dientes bien afilados. Por último, sus orejas afiladas, al estilo
de un duende, venían acompañadas por dos cachos en el centro de las mismas.

¡Fuegus!

De la mano de Volker comenzó a salir fuego. Cuando estaba a punto de hacer surgir un rayo de flama de su mano, escuchó otros pasos, esta vez de persona. Una voz le impedía su ataque.

¡Argoria basta!

Eres un maldito gusano Borka. ¿No podías tan solo salir tú y ya?

El dragón dio unos pasos más hacia Volker y desapareció. Tal cual como si una nube de polvo lo hubiese cubierto, y cuando la nube se marchase, el dragón ya no
estuviese.

Espero que te haya tratado con cariño. Argoria es mi nueva invocación. Cada día aprende algo nuevo.

¡Imbécil! Pudiste salir tú y listo. Pero bueno… tengo lo que me pediste. Pues ¿Qué esperas para dármelo? Discípulo.

Memoriam.- comenzó a decir Volker con las dos manos a cada lado de la cabeza y cerrando los ojos.

Enseguida, después de una luz roja que apareció encima de su cabeza, al estilo de la otra que  iluminaba ene se momento la habitación, surgió un pergamino. Justamente el pergamino que había hurtado Amy.

Con que lo has conseguido… ¿Cómo hiciste?

Pues bien. El trabajo sucio lo hizo Amy Straupher. Desde hace mucho tiempo ella estaba inconforme con La congregación. Estaba harta de sus debilidades,  de  la  poca  participación  en  nuestro  mundo  de  dones  y conflictos. Así que yo le  propuse robar ese pergamino. 

De esa manera podíamos darle una “buena lección” a La Congregación de lo fácil que era conseguir esos benditos planos. Ella lo hizo y luego la maté.

¿Algún testigo?- preguntó Borka señalando a Volker en un tono amenazador.

Para nada señoría. Después que se supo lo del robo, nos dividieron en grupos de dos personas para conseguir a Lisa, quien se encuentra en mi vacío. Como sea, nos  dividieron en dos personas para conseguirla. Así que  convirtiéndome  en  Amy  asesiné  también  a  Vlad,  mi  compañero.
Enseguida vine hasta este… ¿hogar?

No pidas mucho Volker. Si todo sale de acuerdo al plan, pronto estaremos fuera de aquí. Dominando a las personas comunes y corrientes, no solo de Harley, sino de muchísimos lugares más. Formaremos un verdadero caos. Ahora necesito que elimines a dos personas más.

¿Quiénes son los no afortunados señor?- preguntó Volker inclinándose ante su líder.

Malin y Piper, la esposa e hijo de mister Finch. Ese señor debe sentir el caos. No  dejes que te vean. 

Ellos no saben para quien servía Amy. De esta manera, si volvemos un caos todo esto sin dejar culpables, ellos se van a desesperar y tendrán que ingresar en la situación. Sería una ventaja para nosotros que ellos crean en la posibilidad que los Tolls también están detrás de todo esto.
Como diga mi señor.- Se dio media vuelta para ir a su nuevo objetivo.

Espera Volker, no creerás que irás solo esta vez ¿verdad? ¡Medwin te acompañará! Quiero que trabajen como equipo. Se necesitará tal unión en los futuros días.

Como sea señor, sabe que puedo ocuparme yo solo de lo que sea. Pero en fin… ¿Dónde me encuentro con El?

No te preocupes por eso mi querido Volker. Él te encontrará. Ahora vete.

***

La ciudad de Harley se conectaba, a unas cuantas distancias, con Residencias Renata. Aquella  residencia que estaba conformada por casas de personas muy importantes dentro de la sociedad de esa ciudad.

Estaba una casa en particular, cuyos miembros no eran muy distintos de los demás que habitaban esa zona. Eran los Mc´Gregor: Finch, Malin y Piper. Nadie conocía las habilidades especiales de Finch; tampoco sabían que Malin era una mujer normal y corriente, cuya decisión última recayó sobre Finch al momento de consumar matrimonio. Por otro lado ni las personas  de  Harley, ni el señor y la señora Mc´Gregor conocían al 100% a su propio hijo Piper.

El niño acababa de salir del colegio, donde cursaba quinto año de bachillerato. Los padres no lo recogían por aquellas instalaciones, en lugar de eso, ellos preferían enviarlo de su casa al colegio y del mismo a su hogar por medio del transporte escolar. De esta manera, argumentaban ellos, el pequeño podía interactuar mucho más con sus compañeros de clases y no limitarse nada más a las horas de clases. Por otro lado, o hacían parecer como si viniese de padres normales al igual que sus amigos del colegio.

El autobús escolar no entraba completamente a la residencia. Este apretaba los frenos hasta detenerse, justamente antes de comenzar la subida que conducía al portón de seguridad. Era aquí donde Piper bajaba del vehículo.

Era un niño bastante activo en cuanto a energías. Después de todo un día de clases,  él  prefería  subir  aquella  pendiente  a  toda  velocidad.  Esto  le  impedía disfrutar  del  paisaje:  los  pájaros,  los  árboles  frondosos,  aquellas  nubes  casi invulnerables al tacto humano y sobre todo, el ir a toda velocidad le impedía tener una vista muy clara de Harley. Sin embargo, esto no era de su incumbencia, al menos no le prestaba ni la más mínima atención. El solo se concentraba en lo suyo: correr.

Vestía el uniforme de todos los días, exceptuando los viernes que era día de deporte. Los pies los llevaba cubiertos de unos zapatos al estilo formal, cuyo color eran negros desde la suela hasta las trenzas de los zapatos. Subiendo un poco por  su  cuerpo,  hasta  llegar  a  la  cintura,  lo  cubría  un  pantalón  azul  marino, diseñado con cuatro bolsillos: los dos lados y dos en la parte trasera. El ajuste del pantalón estaba hecho con un cierre a la altura de su aparato reproductivo y un poco más arriba un botón, también de color azul marino. A continuación, estaba la camisa, blanca en su totalidad y no visible al 100%, puesto que la última parte de la misma venía tapada por la correa y el interior del pantalón. Por último, llevaba encima de su camisa blanca un  chaleco negro de cuadros rojos. Sin todo este uniforme le era inútil su ingreso a las instalaciones del centro educacional.

Cuando llegaba a la sima de aquella subida, un simple saludo con la mano al vigilante bastaba para que este le abriera el portón con un control remoto. “Primero a la derecha, 1, 2, 3 calles más y a tu izquierda. Cuentas 4 casas y en la esquina de la última giras a la derecha. Tu casa es la segunda hijo. Recuérdalo muy bien”. Estas eran las palabras que constantemente Piper recordaba antes de atravesar la puerta larga y automática que conectaba la subida con su  residencia. Mientras más grande se iba formando, más la mamá lo fastidiaba con su propia dirección.

El timbre suena una, dos, tres y a la cuarta vez se escucha la dulce voz de Malin, quien corre al recibimiento de su pequeño.

¿Quién es el pequeño demonio que está allí afuera?

Soy yo, el hijo de la mami más buena y amorosa de todas.
Contraseña correcta. Dijo la mamá.

La puerta se abrió y el muchacho se abalanzó sobre el cuerpo de la madre, dándole besos y apretones fuertes con los brazos.

¿Cómo estuvo el día Pi?- le dijo Malin estirando los pies hasta llegar a la
estatura del adolescente.

Estuvo  chévere  mami.  Aprendí  muchas  cosas:  matemáticas,  biología, castellano…
Me  alegro  por  ti  gordito.  Ahora  sube  a  tu  cuarto  mientras  preparo  el
almuerzo. Recuerda: “nada de chucherías…

…hasta que me coma el almuerzo”.- decía su hijo terminando la frase.

****

El taxista sabía la dirección exacta, de aquel lugar. Su pasajero no se había equivocado ni  en el más mínimo detalle. ¿Quién no sabría la dirección hacia Residencias  Renata?  Debido  al  nivel  de  prestigio  de  esas  personas,  toda  la sociedad no dejaba de hablar de aquella  residencia, la cual era segura… hasta
ese momento.

Cuénteme señor pasajero, ¿a qué va tan lejos?

Negocios con la familia Mc´Gregor.- Contestó el pasajero viendo por la ventana a los demás vehículos que rodaban junto al de ellos.

¿Familiar o amigo?- preguntó el trabajador viendo por el retrovisor.

Ninguno de los dos, algo complicado diría yo.

Yo una vez estuve frente a la mismísima casa de los Mc´Gregor. Nunca supe el por qué de mi duda ante lo que parecía aquel lugar con respecto a los demás hogares vecinos. ¿Usted no lo pien…

Más bien. ¿Usted no podría callarse ni un minuto? Me tiene harto con sus preguntas estúpidas. Contestó cortantemente el señor en los puestos de atrás.

Bueno está bien, disculpe si lo he ofendido con mis preguntas. ¿Por lo menos podría decirme su nombre? No tiene caso. No quisieras saberlo tampoco. Por favor, solo conduce y calla esa boca.

El taxista continuó conduciendo. Al cabo de 20 minutos estaba en la parte baja de la pendiente. A  lo lejos podía verse la muralla que contenía en su interior las grandes casas de los prestigiosos.

Son  ochenta  Harleys señor  desconocido.-  Harleys  era  la  moneda  de aquella localidad.

El hombre descendió del vehículo, cerró la puerta de un solo golpe y se aproximó a la ventana del copiloto. Tome, aquí tiene.

Gracias señor sin nombre.

El conductor subió el vidrio de la venta y se dispuso a continuar con su manejo. Mientras se acoplaba al tránsito lento que había en la autopista, decidió contar el dinero para ver si estaba completo. Para su sorpresa, consiguió un papel con el nombre de su pasajero: Silvester.

El miembro de los Nox comenzó a subir. Algo le decía que una cuestión no encajaba en su  lugar. Después de pensar, pensar y pensar no llegó a ninguna conclusión. Sacó de su mente esas locuras y al llegar a la caseta de vigilancia se dispuso a asesinar al sujeto.

El guardia de seguridad lo detuvo. Volker no quería identificarse. Los ojos del ser malévolo se tornaron blancos nuevamente. Sin quitarle los ojos de encima al inocente  hombre  frente a El, lo fue torturando de tal manera, que el guardia ni siquiera podía gritar; solo se retorcía en el suelo mientras ríos pequeños de sangre salían por sus débiles ojos, se escurrían por la cara aterrorizada y al mismo tiempo paralizada.

¡Piper! El almuerzo ya está listo. Baja a comer.

Ya voy Ma. Estoy en el baño. Se escuchaba la voz muy a lo lejos, debido a que el baño no solo estaba en el segundo piso, sino también al tener la puerta cerrada, el sonido se cortaba considerablemente.

De pronto  un  espadazo  sorprendió  la  espalda  de  Malin,  quien  estaba  en  el fregadero limpiando los utensilios que había utilizado.

¿Dónde está mujer? ¿Dónde está tu esposo?- preguntaba alguien a las espaldas de Malin.

Yo…yo… el efecto de la espada atravesada en su cuerpo no la dejaba pronunciar más de dos palabras.

¡Medwin! ¿cómo llegaste aquí?- la voz de Volker irrumpió en la cocina- No pensarás matarla…

Tranquilo compañero, que no la he asesinado, aun no. Recuerda que mi espada más allá de matar puede paralizar a la persona, picarla,  matar células de su cuerpo… solo la he paralizado, puedes estar tranquilo. Y en cuanto  al  cómo  llegue   aquí…  amigo,  no  conoces  mis  talentos  para reconocer direcciones a la perfección,  más aun cuando puedo seguir los pasos de mis camaradas. ¿Eres tú uno de ellos?

La sangre que salía por la herida de Malin, se había secado instantáneamente desde el mismo momento en que su cuerpo se paralizó por el efecto de la espada.

Basta Medwin, siéntala.

Arrimaron una de las sillas donde la familia Mc´Gregor se sentaba a comer. Allí lanzaron a la mujer. Luego, después de poner su mano en el hombro de Malin y halar  la  espada  hacía  afuera,  Medwin  le  pidió  a  Volker  que  le  permitiera  el movimiento del habla a la madre de Piper.

¿Quiénes son ustedes? Mi esposo no ha hecho nada malo.

Se comenzaban a escuchar pasos que bajaban las escaleras desde el segundo piso.

Tu esposo no ha hecho nada malo, de eso puedes estar segura. Es solo que no nos podemos permitir que personas como Él se entrometan en nuestros objetivos finales: los dos amuletos.- fueron las palabras del jefe de equipo, Volker.

El equilibrio  se  ha  mantenido  por  muchísimos  años.  No  pueden  venir ustedes dos a  terminar con eso de la noche a la mañana. Ustedes dos, perros insignificantes, no podrían con el poder de mi esposo, ni tampoco con el poder conjunto de La Congregación.

Volker hizo ver su insignia como miembro de aquella institución.

Pero tú… - dijo Malin con asombro.

Así es, soy Volker, uno de los miembros de esa maldita organización. Solo hay una sola forma de robar esos pergaminos que llevan a los amuletos, y esa forma es  siendo parte de esa gente, siendo su socio, su amigo, su colega.

Comenzó a escucharse la voz de Piper, quien se acercaba hacia la cocina.

¿Mamá qué está pasando?

¡Piper corre!

No, no, no pequeño. Nada de eso.- los ojos de Volker se concentraron en el pequeño. Segundos después este  se despegó  del suelo, con brazos y piernas estiradas, tal cual como si lo estuviesen estirando con cuerdas por cada una de las extremidades.

No le hagas daño a mi hijo por favor. Él es… indefenso.- fueron las últimas y tristes palabras de Malin, quien quería más que nunca, en ese momento, que su hijo tuviese los dones del papá. Fuegus…

El cuerpo de la mujer comenzó a arder en llamas desde los pies, subiendo por las piernas, incorporándose a las caderas, apoderándose del tronco y las extremidades superiores, finalmente de la cabeza en su totalidad. Ella no podía gritar, puesto que Volker había desvanecido el hechizo. Tampoco podía moverse, Medwin le había quitado cualquier capacidad de movimiento.

Para la sorpresa de Medwin y Volker, quienes observaban el consumo del cuerpo femenino, el  joven comenzó a gritar. Ellos lo ignoraban, ¿Qué podría hacer un chicuelo? Al niño se le  comenzaron a tensar los dos brazos, luego las piernas, finalmente, el pecho, la espalda y el abdomen. Su cuerpo comenzó a doblarse, tal cual como si quisiera ponerse en posición fetal.

Hasta ese día, nunca nadie había resistido la manipulación de Volker, a menos aquellos que quedaron como víctimas del asesino.

Medwin mira eso…

No puede ser posible. ¿Estabas 100% descansado antes de venir hasta acá?

Claro que lo estaba. Esto es una anormalidad muy grande. Rápido Medwin, atácalo con tu espada. ¡mátalo mientras lo sigo controlando con mi poder!

Medwin retiro la espada de su funda que estaba colgando en su espalda. Se puso en posición,  corrió un poco y despegó los pies del suelo mediante un golpe. Estando  suspendido  en  el   aire  por  unos  segundos,  estiró  la  espada  para atravesarla en el pecho del niño. Se escuchó un grito…

Piper liberó una energía de tal magnitud que hizo que Medwin volara contra la nevera de la cocina.

¡Medwin eres un inútil!

Volker apartó a Medwin de una patada y se incorporó en el combate. No solo continuó  manipulando, menos que antes, a Piper, sino que además comenzó a agitar su brazo hacia arriba y hacia abajo, efecto que producía la misma sensación en el cuerpo del niño Mc´Gregor,  quien se golpeaba contra el suelo y contra el piso   constantemente.  Después  de  un  minuto   el   hijo  de  la  casa  estaba inconsciente.

Volker pensó de pronto que hacer. No quería matarlo. Sabía que ese niño no era normal.  ¿Qué  persona  normal  habría  expulsado  tal  energía?  Tampoco  podía dejarlo por allí, con vida, que fuese de testigo hacia cualquier persona aledaña a la familia. Finalmente, decidió algo a la ligera, sin pensar en las consecuencias que eso traería.

¡Vacium!

El cuerpo  del  niño  comenzó  a  desvanecerse  y  a  convertirse  en  un  estado gaseoso, el cual fue incorporándose al cuerpo de Volker poco a poco. No era como en las otras ocasiones, en aquellas los cuerpos estaban inertes, este no era uno de esos casos, el niño estaba vivo, aunque inconsciente. Por otro lado, era la primera vez que Volker lo hacía de esa manera.


Amigo  estallarás  con  tanta  energía,  ese  canalla  está  vivo  aún.  No  lo resistirás. Por otro lado, me arrojó contra esta porquería. ¡Mátalo!

Volker no lo escuchaba. Su cuerpo comenzó a colapsar hasta que, Volker, en su totalidad, se había lanzado contra la mesa de la cocina, rompiendo a la misma en dos.

Pasaron unos cinco minutos para que se despertara. Ya todo había terminado. El cuerpo de Malin estaba allí, calcinado, dejado como prueba de que Finch estaba siendo perseguido. Por  otra parte, Piper estaba vivo, mas sin embargo en el interior de Volker, en ese mundo negro, solitario.

Volker se incorporó, y mirando a Medwin, este entendió que se marchaban del
lugar del crimen.

Finch llegó cuatro horas después. Necesitaba avisarle a su mujer de todo lo que estaba pasando en La Congregación. Para él fue un momento muy duro. Lágrimas de sus ojos corrieron de a litros. Estaba solo, su esposa estaba muerta, tampoco tenía idea del paradero de su pequeño. Estaría dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias con tal de vengar la muerte de las dos personas más queridas para El. En cuanto a su lema, “la palabra es la mejor arma”, ya no existía. El solo quería guerra,  derramar  sangre  de  los  culpables.  Enseguida  le  vino  a  la  cabeza, exactamente lo mismo que había planeado Borka: Finch no sabía quienes habían sido los autores de tan descabellado ataque. Lo único que sabía era que estaban  presentes en la vida tanto los Tolls como los Nox. Medidas serias vendrían por parte de La Congregación. Ahora las cartas ya estaban echadas, aquellas tres fuerzas que en  un pasado se enfrentaron, nuevamente se verían las caras. El nuevo apocalipsis estaba tocando las puertas de la armonía y de la paz.

Malon, a partir de ahora eres nuevamente miembro de la Congregación. No daremos oportunidad a ninguno de los dos bandos. Al menos hasta que sepamos la verdad de lo ocurrido. Quiero que llames a los centinelas.

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